Cuaresma & Carnaval

FESTIVIDAD:

En la República Dominicana existe una relación singular entre festividades patrias, Cuaresma y carnaval. Este trabajo aporta elementos históricos y antropológicos para comprender dicha relación sustentando que la dificultad fundamental de separar las festividades deriva de la historicidad singular que las vincula.

Para ello, se examina en primer lugar el carnaval como categoría de la historia y su estructura universal; en segundo lugar, se analiza la relación entre fechas patrias, Cuaresma y carnaval en el llamado triángulo de la identidad, y en tercer, se realiza una sinopsis de la historicidad singular que las vincula. Para ello, se examina en primer lugar el carnaval como categoría de la historia y su estructura universal; en segundo lugar, se analiza la relación entre fechas patrias, Cuaresma y carnaval en el llamado triángulo de la identidad, y en tercer lugar, se realiza una sinopsis de la historicidad singular del carnaval dominicano.

CARNAVAL COMO CATEGORÍA DE LA HISTORIA UNIVERSAL:

El carnaval constituye una obra maestra de la historia social universal y es la festividad vigente más antigua de la cultura occidental. Sin embargo, in visibilizado ante el mundo académico, no se menciona en los libros de texto como un fenómeno histórico y cultural.
Es criticado e incomprendido por sectores eclesiásticos, aunque aspectos de su estructura hayan sido utilizados por la literatura universal, incluyendo la religiosa. A nivel mundial y en República Dominicana, el carnaval es la fiesta de mayor tradición y riqueza folklórico-popular.

ANTECEDENTES:

El carnaval es un evento muy serio, aunque la farsa y la burla constituyan algunos, de sus elementos inherentes. Una cuestión central para su estudio y comprensión es indagar cómo y por qué la sociedad permite que durante tres días o más, hombres se vistan de mujeres o diablos, las personas se arrojen objetos, utilicen un lenguaje vulgar, se agredan físicamente con vejigazos o fuetes, bailen y beban desenfrenadamente y comparsas presenten situaciones criticas contra lo establecido.

En verdad, el carnaval responde a una profunda necesidad de nivelar simbólica y lúdicamente los conflictos y diferencias de las sociedades de Estado, escindidas en clases y jerarquías sociales, abriendo una válvula de escape momentánea que permita una catarsis general para que la vida siga su agitado curso..

TRADICIÓN:

en los carnavales las autoridades públicas entregan las llaves de la ciudad (símbolo del Estado) a un rey que decreta tres días de un gobierno de locura hasta el Miércoles de Ceniza cuando se inicia la Cuaresma, tiempo de ayuno y abstinencia del pueblo cristiano. El carnaval dominicano sigue otra dinámica que más adelante explicaremos. Se traspasen o no los límites, el carnaval enfrenta partidarios y enemigos en el mundo antiguo, medieval y moderno integrando la unidad y contradicción de lo sagrado y lo secular.

SIGNIFICADO DE CARNAVAL:

No existe un consenso sobre el significado de la palabra carnaval. Burckhardt la hace derivar de currus navales, el carro naval que salía durante la fiesta romana en honor a Isis el 5 de marzo. Aunque algunos autores la descartan, ella permite identificar el remoto origen de las carrozas del carnaval. Etimológicamente, la palabra carnaval viene del latín medieval carnelevamen que significa “quitar la carne”, el mismo sentido de carnestolendas usada en España desde el 1268. En la actualidad, la gente entiende que el carnaval es la “fiesta de la carne”, lo que entra en contradicción con su etimología de “eliminar la carne” que inclusive hacía referencia al mismo Miércoles de Ceniza. ¿Por qué la confusión o contradicción?. Es por la estructura de inversión del carnaval que invierte hasta el propio sentido de su palabra.

COMPLEJIDAD:

Para comprender la profundidad y complejidad del carnaval es necesario estudiarlo de acuerdo a una metodología que permita verlo en su dimensión profunda como una estructura según el concepto de Lévy-Strauss, Roland Barthes y otros investigadores. Hasta el momento, el carnaval dominicano ha sido visto desde un punto de vista parcial y descriptivo, quedando pendiente un estudio etnohistòrico integral, multidisciplinario y sistemático.
En este sentido, es necesario partir del principio de que nuestro carnaval es una muestra real y singular de una estructura universal carnavalesca sustentada en por lo menos seis elementos: Inversión de roles sociales y suspensión de jerarquías (los poderosos se hacen comunes, y el pueblo anónimo se convierte en protagonista; hombres y mujeres se confunden como travestís; el diablo se convierte en figura principal).

· La burla, la sátira y lo grotesco como critica y diversión (no es posible un carnaval serio, circunspecto, ajustado al día-día; ha de ser lúdico y crítico). · Recreación dramática (profusión de personajes trágicos y cómicos, máscaras, obras teatrales, maquillaje, personajes literarios o del cine).

· Apropiación de los espacios urbanos cotidianos y atribución de nuevos sentidos.

· Ritual festivo integrador de festividades sagradas y seculares (auto sacraméntales, teatro de la calle, rituales funerarios, eventos y cinematográficos).

· Dinamismo y creatividad (los carnavales integran aspectos novedosos de la sociedad, aunque bien pueden mantener comparsas y expresiones tradicionales).

MARCO DE DESARROLLO:

El carnaval dominicano, como los carnavales del mundo, se enmarca en un estatuto universal. Desde el punto de vista estructural, sus semejanzas son mayores que las diferencias con los carnavales, por ejemplo, de Brasil o New Orleáns. Ningún carnaval puede dejar de ser singular y universal al mismo tiempo, aunque un aspecto puede predominar sobre otro.

En el caso dominicano, el carnaval tiene una raíz netamente hispánica, medieval y renacentista, y se enriquece con la participación de negros mulatos, indígenas y criollos. Después de la Independencia adquiere su singularidad y en la actualidad integra expresiones modernas en coexistencia con otras tradicionales.

El carnaval es una obra maestra popular, una ópera bufa que tiene a la calle como escenario y al pueblo como actor y protagonista. Se trata de un objeto de estudio privilegiado en el campo de la historia y la antropología, así como una estrategia vital para el desarrollo cultural.

Tenemos como resultado de investigación que la relación entre carnaval, Cuaresma y fechas patrias en Republica Dominicana es producto de un proceso históricamente determinado y de hechos históricos singulares. Cualquier decisión de vincular, atenuar o separar estos eventos debe ser posterior a la ponderación de su historicidad.

Al parecer; la celebración de la Independencia y otras fechas patrias a partir del 1844 siguió el mismo esquema de las fiestas coloniales. El aludido regocijo popular acostumbrado no podía ser otro que el expresado durante las fiestas coloniales. Misas, salvas, iluminación, procesiones, banderas, bailes, música, comida, bebidas, teatro y mascaradas estaban presentes en las festividades religiosas (solemnes) y oficiales (súbitas).

Hasta poco después de la Guerra de la Restauración no se registra, en documentos oficiales, carnavales en fechas patrias. Sin embargo, la frase “todas las demostraciones de regocijo público que es de esperarse del entusiasmo y patriotismo de los pueblos y que se acostumbra en iguales casos” bien podría referirse taxativamente a expresiones carnavalescas.

De todos modos, Frandique Lizardo identifica dos causas de la relación carnaval y fechas patrias: 1) posteriormente al 1844 el Miércoles de Ceniza cayó cerca de la fecha patriótica (Valdez 1995: 25), y 2) Santana mezcló en 1848 las fechas patrias y carnaval para ampliar su base popular o contrarrestar la impopularidad de su gobierno.

De esta manera, celebrar las fechas patrias con festividades carnavalescas parece ser una antigua tradición colonial-republicana patrocinada por los gobiernos hasta el presente. De ser cierta esta aseveración, no es el carnaval que ha tratado de desnaturalizar las fechas patrias, sino el Estado que ha insertado el carnaval en las festividades patrias, así como la Iglesia lo había tenido con la festividad de Corpus Christi desde los tiempos medievales.
La relación entre Estado, Iglesia y carnaval es compleja y diferente si se examina en la época medieval-colonial o en el presente. Actualmente, la posición eclesiástica respecto al carnaval, legítima y respetable desde su punto de vista, se enmarca en el contexto de una problemática más amplia que pasa por la ruptura entre la Iglesia Católica y la protestante, y la secularización del Estado y de la sociedad.

No es cierto que en el pasado la Iglesia y el Estado promovieran carnavales y sus consabidos excesos, pues de hecho ambas instituciones siempre lo han criticado y controlado. El hecho es que procuraban dar esplendor y prestigio a sus eventos políticos y religiosos a través de la participación popular, para lo cual es carnaval y sus modalidades constituían la estrategia más eficaz. La dificultad de separar en República Dominicana fechas patrias, Cuaresma y carnaval deriva, pues de la historicidad singular que las vincula.

Autor: José G. Guerrero

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